La elección del nuevo Papa, Robert Prevost, quien adoptó el nombre de León XIV, ha generado una ola de emociones en Chiclayo. Su nombramiento no solo ha sido motivo de orgullo espiritual para la comunidad peruana, sino también un viaje de regreso a los recuerdos deportivos de uno de los momentos más gloriosos del Club Juan Aurich. La conexión del nuevo Papa con la ciudad y su histórico equipo ha quedado grabada como un símbolo de unidad que trasciende lo religioso.
Prevost, quien llegó al Perú como parte de su misión agustiniana, rápidamente se integró a la vida local. Fue testigo y partícipe del inolvidable campeonato nacional que Juan Aurich conquistó en 2011, al imponerse a Alianza Lima. Su presencia en las gradas y en actos públicos en apoyo al ‘Ciclón’ es aún recordada con gratitud por exjugadores del plantel campeón, como Roberto Merino.
“Éramos los desfavorecidos, pero logramos la hazaña”, rememora Merino con orgullo. Aquel título representó algo más que una victoria futbolística; significó un triunfo del esfuerzo colectivo, de la esperanza de toda una ciudad y, en palabras de Merino, de una bendición espiritual que acompañó al equipo en cada paso.

Cuando el papa León XIV apareció por primera vez en el balcón de la Plaza de San Pedro, las campanas de la catedral de Chiclayo resonaron como eco de un recuerdo imborrable. “Nos dio su bendición afuera de la catedral; había más de 500 mil personas celebrando. Aún recuerdo sus palabras: ‘Esto es una alegría para ustedes y para todo el pueblo de Chiclayo’”, relató el mediocampista en entrevista para La Gazzeta.
La cercanía de León XIV con la ciudad fue mucho más allá de lo simbólico. Su apoyo a iniciativas vinculadas al club lo convirtieron en una figura querida por todos. “Siempre estaba presente, incluso en las misas antes de los partidos importantes”, recordó el exvolante.
Hoy, aunque el Juan Aurich milita en la tercera división del fútbol peruano, los lazos creados en aquellos años dorados siguen firmes. Exjugadores como Merino continúan en o a través de un grupo de WhatsApp donde comparten memorias y sentimientos. “Cuando vimos a Prevost desde el balcón en la Plaza de San Pedro, todos nos quedamos asombrados. Era uno de nosotros”, dijo.

La emoción es compartida por toda la comunidad chiclayana, que no olvida la entrega de Prevost por su gente. Su imagen alentando al ‘Ciclón’, caminando entre la gente, apoyando a las familias y acercándose a los más necesitados, está aún viva en la memoria colectiva.
“Él quería estar cerca de su gente, compartir la alegría de los éxitos de la ciudad”, concluye Merino, convencido de que, más allá del Vaticano, el corazón del Papa León XIV aún guarda un rincón especial para Chiclayo y para el querido Juan Aurich.
Finalmente, la mencionada revista italiana también contó una anécdota respecto al nuevo Papa, que solía regalar la camiseta del Juan Aurich a los que llegaban a la ciudad norteña. Sin embargo, el recuerdo que más atesoró fue la ‘mica’ autografiada por el plantel campeón.
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